Buenas, ¿cómo va?
Hoy vuelvo a escribirte después del parate de junio. La buena noticia fue que la semana pasada defendí la tesis de licenciatura, consiguiendo una nueva titulación (ya era profesor desde hace unos años). Para esta vez tenía pensado escribirte sobre otra cuestión, pero después me di cuenta de que, a pesar de haber abordado una gran variedad de tópicos a lo largo de los diferentes envíos de Una Buena Historia, nunca hice una entrega acerca de las temáticas a las que le dedico mis investigaciones académicas. Hoy, con la excusa de la defensa de mi tesis, es una buena ocasión. Mi trabajo para obtener la licenciatura se centró en examinar un caso específico: la sanción a treinta y cinco basquetbolistas argentinos durante la autodenominada “Revolución Libertadora”, en el marco de las políticas de desperonización. Sin más rodeos, nos metemos de lleno en el tema.
Desperonizar el deporte
En septiembre de 1955, un golpe de Estado cívico-militar derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón. Arrancaban los años de la autodenominada “Revolución Libertadora”. Uno de los principales objetivos del gobierno de facto fue la llamada desperonización, es decir, el intento de eliminar al peronismo como identidad política de gran parte de la sociedad argentina. Para eso se tomaron medidas persecutorias y represivas, cómo el célebre decreto/ley 4.161 que prohibía la mera mención de la palabra Perón. También se buscó “reeducar” a la población, por ejemplo, produciendo materiales que demonizaban el pasado peronista, como es el caso de El Libro Negro sobre la Segunda Tiranía. Las facetas más extremas de la desperonización pueden encontrarse en el robo al cadáver de Evita o el fusilamiento a civiles luego del levantamiento del general Valle en junio de 1956. Sobre estos temas te escribí en esta ocasión, cuando analizamos la proscripción al peronismo (también en el envío donde examinamos la coyuntura electoral de 1957).
Esta desperonización buscó alcanzar a todos los ámbitos que habían sido transformados por el peronismo. En este sentido, ocupó un papel central la Comisión Nacional de Investigaciones (CNI), un organismo parajudicial que recolectaba denuncias e indagaba sobre las irregularidades y actos ilícitos acontecidos durante los gobiernos peronistas. Muchos de sus expedientes fueron insumos para elaborar el ya mencionado Libro Negro. Dentro de la CNI se creó una comisión específica, la número 49, para investigar todo lo ocurrido en el deporte argentino en los años previos. Como consecuencia, muchos deportistas fueron perseguidos y suspendidos, así como diversas asociaciones deportivas intervenidas. Nada escapaba de la cruzada antiperonista.
¿Por qué el deporte? Resulta que el peronismo, en su afán de construir la “Nueva Argentina”, le otorgó una atención especial al ámbito deportivo. Para eso se financiaron diversos atletas y entidades deportivas, se invirtió en infraestructura (por ejemplo, se construyó el autódromo y el velódromo de Buenos Aires, y los estadios de fútbol de Huracán, Vélez y Racing Club), y se organizaron diversas competencias (como los Juegos Deportivos Panamericanos de 1951). A la vez, Perón proponía que el deporte debía masificarse, imaginando al ciudadano ideal también como un deportista. Para esto, ocupó un lugar crucial la organización de competiciones orientadas hacia los más jóvenes, como los “Campeonatos Infantiles y Juveniles Evita” promovidos por la Fundación Eva Perón y los torneos de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). También, como parte de las publicaciones afines al peronismo, se empezó a editar Mundo Deportivo, una revista semanal para competir con El Gráfico que cubría los diferentes deportes desde una óptica justicialista. ¿A quién proponía la revista como el primer deportista? Por supuesto, así es, lo adivinaste: al Pocho, Juan Domingo Perón.
La mayoría de éxitos deportivos durante el peronismo se debieron a actuaciones de atletas individuales (como el caso de Delfo Cabrera). Por estar razones, Perón pretendía tener algún deporte colectivo exitoso, en un contexto institucional complejo para el fútbol (que no asistió a los mundiales de 1950 y 1954). Acá aparece el básquetbol: en 1950 se organizó en Buenos Aires, bajó el auspició del gobierno peronista, el primer campeonato mundial de básquetbol (bautizado “Libertador General San Martín”, en conmemoración del centenario del fallecimiento del prócer nacional). Todos los partidos se jugaron en el Luna Park, que fue especialmente acondicionado para la ocasión, con pisos de madera, marcadores electrónicos y tableros de vidrios traídos directamente desde Nueva York. También se facilitó la participación de los mejores jugadores argentinos. Los resultados superaron las expectativas: la selección argentina obtuvo el campeonato ganando todos los partidos, incluida la final contra Estados Unidos. La multitud lo festejó hasta altas horas de la madrugada, con una marcha de antorchas por el centro porteño. Hay registros fílmicos sobre la concentración del plantel y el último partido.
¿Cómo premiar a los jugadores que habían conseguido tal hazaña? Unos días después del campeonato, tanto el presidente Perón en la Casa de Gobierno como Eva Perón en el Ministerio de Trabajo y Previsión recibieron al plantel. Mientras que Evita les otorgó una copa donada por la Fundación Evita, el presidente les entregó el trofeo de campeón. Pero la frutilla del postre fue otra: los jugadores recibieron una orden para importar un automóvil libre de impuestos. Una pequeña aclaración. En esta época existía un importante control de cambios sobre el comercio exterior; a la vez, los automóviles dependían netamente de las importaciones, ya que todavía no se fabricaban autos en el país. Por estos motivos, obtener un automóvil nuevo dependía de un permiso previo de importación, lo que lo convertía en un bien de lujo. Vale aclarar que los jugadores solamente recibieron la orden de importación y la gran mayoría la vendió, ya que no disponían de los recursos para afrontar el gasto de comprar un automóvil.
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Luego de esta precuela, volvemos a los años de la dictadura de la “Revolución Libertadora”. Desde sectores afines al gobierno de facto se sostuvo que el peronismo manipuló el deporte a su favor, a partir de prebendas y propaganda, por lo que era necesario que la desperonización también alcance al ámbito deportivo. El basquetbol no escapó de este proceso. Los jugadores campeones del mundo, junto a otros basquetbolistas que también habían obtenido triunfos importantes durante el peronismo o participado de giras internacionales, fueron interrogados por la Comisión Nacional de Investigaciones N° 49 (CNI 49). Se los acusaba de “profesionalismo” a partir de las órdenes de importaciones recibidas, y también de productos adquiridos en el extranjero que, supusieron, estaban destinados a la reventa en el país. Me explico: el básquetbol, en ese entonces, todavía era un deporte aficionado o amateur, es decir, que impedía cualquier tipo de retribución material o monetaria por las actividades deportivas practicadas. Los premios otorgados por Perón un lustro antes o la compra de bienes durante las giras internacionales fueron luego concebidos como beneficios materiales y monetarios incompatibles con el estatus aficionado del deporte.
Si bien en abril de 1956 todas las comisiones investigadores fueron cerradas, lo indagado quedó en manos de las asociaciones del básquetbol argentino, que continuaron el proceso. De esta forma, en los primeros meses de 1957, la Confederación Argentina de Básquetbol (CABB) inhabilitó de por vida, bajo la acusación de profesionalismo, a treinta y cinco jugadores de básquetbol: los campeones del mundo de 1950, los campeones mundiales universitarios en 1953 que también habían obtenido permisos de importación de automóviles y tres jugadores del Club Palermo por sus giras internacionales; a los que se sumaban los previamente suspendidos jugadores de Racing Club, también producto de sus viajes al exterior. La sanción se remitió a la Federación Internacional de Básquetbol Amateur (FIBA), por lo que los jugadores se vieron impedidos de practicar el deporte en cualquier lugar del mundo. De esta manera, los mejores basquetbolistas del país se vieron apartados del deporte, lo que claramente tuvo consecuencias en el desarrollo del básquetbol nacional. Los siguientes años se podrían titular: “de campeones del mundo a la intrascendencia absoluta”. Pasarían muchas décadas hasta que el basquetbol argentino vuelva a las primeras planas internacionales. Por eso, algunos periodistas del área hablan de un “genocidio deportivo” o un “fusilamiento del básquetbol”.
Hasta acá, un brevísimo recorrido sobre el contexto de la sanción. A primera vista, no habría mucho que explicar: en medio de una dictadura articulada por su identidad antiperonista, se decidió sancionar a los jugadores de básquetbol a partir de su vinculación con el gobierno peronista depuesto. Esto, sin dudas, es verdad. Sin embargo, detrás de la sanción se articulan diversos conflictos y procesos.
El análisis de la sanción
Sin lugar a dudas, los interventores de la “Libertadora” y los dirigentes del básquetbol argentino buscaron justificar la sanción en las supuestas prácticas “profesionales” que irían en contra del carácter aficionado del deporte. Es importante destacar que el amateurismo era una postura muy fuerte en las dirigencias de las principales asociaciones del básquetbol argentino. Por ejemplo, la FABB (Federación de Básquetbol de Buenos Aires) defendía un deporte aficionado, oponiéndose a la ABBA (Asociaciones de Básquetbol de Buenos Aires, integrado por los clubes de fútbol porteño, deporte que ya era profesional desde 1931), entidad que promulgaba por llevar el básquetbol hacia el profesionalismo. Si bien esta tensión era previa a la década de 1940, la irrupción del peronismo complejizó el asunto. Si Perón proponía que el deporte debía ser “practicado por todos los hombres y que esté al alcance de todos quienes desean realizarlo”, el amateurismo quedaba en jaque. En este contexto, el golpe de la “Revolución Libertadora” y las intervenciones en el deporte otorgaron la posibilidad de reforzar el carácter aficionado del basquetbol.
Sin embargo, la cuestión del amateurismo está estrechamente relacionada con dos cuestiones más. Por un lado, existían fuertes tensiones entre las asociaciones porteñas y las del resto del país. Esto se evidenciaba en la propia CABB y en los requisitos para conformar el seleccionado nacional: hasta el peronismo, se elegían jugadores de las provincias que habían obtenido las mejores posiciones en el Campeonato Argentino; sin embargo, las intenciones de alcanzar lo más alto del podio en el mundial de 1950 llevó a convocar a los mejores jugadores, más allá de su procedencia. Con la “Revolución Libertadora” y las intervenciones, los propulsores del federalismo volvieron a la carga y retornaron a los antiguos criterios. La importancia de este conflicto en la sanción se evidencia en que 28 de los 35 jugadores suspendidos procedían de la Capital Federal.
El amateurismo se entrecruza con otros elementos, no menos importante: las tensiones sociales y de clase que se profundizaron durante el peronismo. El básquetbol fue uno de los tantos deportes que fueron introducidos al país por sectores medios y altos, pero que con el peronismo se popularizó su práctica entre las clases bajas. Justamente, fueron los sectores identificados de clase media (acá recomiendo enfáticamente la lectura del libro de Ezequiel Adamovsky) los que reaccionaron con más virulencia hacia las políticas del peronismo y luego apoyaron la desperonización. De esta manera, podemos argumentar que la sanción a los basquetbolistas sirvió para reforzar el carácter aficionado del básquetbol, estrechamente relacionado con la idea de un deporte practicado por las clases medias y altas, así como con mayor poder de las provincias para conformar de forma federal la selección nacional.
Ahora bien, otro punto que me interesó indagar en mi investigación fue la cuestión de los dirigentes. Una crítica que se repite constantemente en la prensa de aquellos años es por qué se sanciona a los jugadores y no a la dirigencia. Resulta que, si bien la CABB fue intervenida luego del golpe de Estado de 1955 (su presidente en ese entonces era Carlos Juárez: sí, quien fue varias veces gobernador de Santiago de Estero), la mayoría de los nombres del elenco dirigencial durante el peronismo se repiten en la “Revolución Libertadora”. Sin embargo, habían existido fuertes vinculaciones entre las asociaciones del básquetbol y el gobierno peronista, más allá del apoyo gubernamental en la organización del mundial de 1950. Por ejemplo, la Federación del Básquetbol de la Capital Federal adoptó el nombre “General Juan Perón”, o la CABB en 1953 renombró su recinto de sesiones como “Eva Perón”. Vale aclarar que en aquellos años se profundizaron las medidas autoritarias del peronismo, como la obligación de todo empleado público de afiliarse al Partido Peronista. De esta manera, no estoy afirmando que los miembros de las asociaciones del básquetbol eran peronistas, sino que aparecían ligados al proceso de “peronización”. Por eso podemos afirmar que los dirigentes sancionaron a los jugadores como parte de una estrategia más amplia para desmarcarse del pasado peronista y mostrarse ante el nuevo gobierno de facto cómo antiperonistas, alineados con la “Revolución Libertadora”.
Con todo esto, no quiero “despolitizar” la sanción o matizarla, sino, podríamos decir, re-politizarla a partir de los significados que tuvo para los actores. A la vez, la cuestión política estuvo presente en todo el proceso. Por ejemplo, cuando los jugadores fueron interrogados por la CNI 49, se les preguntaba por su afinidad política (más allá de que la mayoría no era peronista, e incluso estaban afiliados a otros partidos políticos, como el radicalismo y el socialismo). A la vez, no cabe duda de que si la “Revolución Libertadora” pretendía negar o resignificar los logros del peronismo, sancionar a los deportistas que habían sido exitosos durante el peronismo puede entenderse como parte de ese proceso. También los primeros jugadores en ser sancionados fueron los de Racing Club, institución acusada de favoritismo por parte del gobierno peronista. Por último, estas persecuciones a basquetbolistas fueron posible gracias a las políticas de desperonización mencionadas al principio, pero utilizadas por los dirigentes del básquetbol para conseguir sus propios objetivos
La sanción a los basquetbolistas recién fue levantada en 1967, cuando la mayoría eran demasiado adultos para volver a practicar el deporte de forma competitiva. En las últimas décadas, los jugadores fueron reivindicados y su historia pasó a ser más conocida. Por ejemplo, hicieron un documental titulado Tiempo Muerto con varias entrevistas a los protagonistas. Hoy, solo dos campeones del mundo siguen vivos. Uno es el capitán del equipo, Ricardo González, que, con sus 99 años, dio hace pocas semanas esta entrevista. Más allá de las idas y vueltas de la sanción, de los reconocimientos y olvidos, de los premios merecidos o injustos, hay un dato imposible de obviar sobre los jugadores inhabilitados: la sanción por amateurismo no logró interrumpir el lazo de amistad entre el plantel. A lo largo de las décadas, muchos de los campeones mundiales de 1950 mantuvieron la costumbre de juntarse a cenar, de forma cuasi religiosa, cada miércoles en la cantina del Club Palermo.
Te imaginarás que resumí muchísimo mi investigación para escribirte esta entrega. Sobre la sanción a los basquetbolistas escribí un artículo publicado en una revista académica y mi recientemente defendida tesis de licenciatura (cuando esté subida al repositorio institucional de tesis te la comparto, si te interesa indagar más en estas cuestiones). Quizás te preguntás, ¿por qué elegiste investigar estos temas? Primero, me interesa la posibilidad de estudiar la desperonización desde abajo, es decir, no desde la mirada de los sectores gobernantes sino de la sociedad civil. A la vez, considero que el antiperonismo es una identidad política fundamental en la historia argentina, pero que no tiene la atención necesaria en las investigaciones históricas. Lo mismo ocurre con las denuncias de casos de corrupción, un tópico central en el debate público actual, que puede rastrearse en distintos momentos de nuestra historia. Ahora bien, ¿dónde enfocar todas estas inquietudes? Acá aparece el deporte: obviamente porque es un campo que me interesa desde antes de estudiar historia, pero también porque considero que tiene especial relevancia en la sociedad argentina (me imagino que no debo fundamentar mucho esto último). Actualmente, cuento con una beca doctoral para continuar estas investigaciones, buscando ampliar el foco de análisis a otros deportes y asociaciones deportivas que fueron intervenidas durante la “Revolución Libertadora”. Así que, posiblemente, alguna vez te vuelva a escribir sobre estos tópicos.
Popurrí
Para que no se colapse el popurri, subí la versión de junio en este hilo de twitter. Ahora vamos con el que nos corresponde hoy:
Adiós a Sara Facio, símbolo de la cultura argentina
El pasado 18 de junio falleció la fotógrafa y artista Sara Facio, a sus 92 años. Con sus cámaras captó retratos e imágenes trascendentales que todos conocemos. Recuerdo que hace unos años fui a ver una exhibición al MALBA de sus fotografías sobre la vuelta de Perón y fue alucinante. Acá un repaso de parte de sus retratos y fotos más famosas.
50 años sin Perón
El pasado lunes primero de julio se cumplieron 50 años del fallecimiento de Juan Domingo Perón, el político más trascendental de la historia argentina (se puede debatir si para bien o mal, pero creo que poco se puede discutir que fue el más importante). Hubo muchos actos, notas, artículos y conferencias por la fecha. Yo te voy a compartir esta columna de Julia Rosemberg en Gelatina y esta entrevista a Juan Carlos Torre en Historiar: ambos repasan los hitos más importantes de la vida de Perón. También, ya que hoy toqué temas deportivos y estamos en medio de la Copa América, esta nota que retrata cómo se vivió la muerte durante el Mundial de 1974.
Los días de la violencia
Arrancamos con las novedades literarias del mes. El escritor Eduardo Sacheri (y también profesor de Historia) publicó Los días de la violencia (1820-1852). Una historia de Argentina cuando empieza a ser Argentina, el segundo volumen de la colección de historia argentina que está escribiendo. En esta entrevista conversa sobre su nuevo libro.
La vuelta de Don Tulio
Siglo XXI reeditó un clásico de Tulio Halperín Donghi: La larga agonía de la argentina peronista, un ensayo centrado en la historia del siglo XX argentino. La edición estuvo a cargo de Roy Hora y Lila Caimari, y cuenta con prólogo de Pablo Gerchunoff que se puede leer acá.
Una historia de la desigualdad
El prestigioso economista Branko Milanovic publicó el libro Miradas sobre la desigualdad. De la Revolución Francesa al final de la Guerra Fría. El autor analiza cómo seis de los economistas más importantes de la historia (François Quesnay, Adam Smith, David Ricardo, Karl Marx, Vilfredo Pareto y Simon Kuznets) entendieron el problema de la desigualdad. Para seguir con lo que te escribí en la última entrega sobre la historia del pensamiento económico. Acá una reseña sobre el libro.
Acá finaliza una nueva entrega del newsletter. Antes de despedirme, te recuerdo de seguir en redes Pinta la Historia, el proyecto de charlas de historia en bares y centros culturales que armamos entre varixs amiguxs historiadorxs. Este lunes 8 de julio hay una nueva edición en Yunta Bar sobre el Día de la Independencia.
Como siempre te recuerdo, hay diferentes maneras en las cuales podés contribuir a este proyecto. Primero, y más allá de que Una Buena Historia es y va a seguir siendo un newsletter gratuito, podés aportar económicamente a la causa: a través de este link de la app cafecito (para contribuciones en pesos) o desde PayPal (si residís en el exterior). También de forma no económica, pero igual de importante: me ayudás mucho si compartís esta entrega en alguna de tus redes sociales. Por último, le podés recomendar el newsletter a quien creas que le puede llegar a interesar. No hay nada mejor que el boca a boca. Las opciones no son excluyentes.
Por último, recordá que me podés responder este correo para darme una devolución, seguir el debate o sugerirme temas para los próximos envíos.
¡Abrazo!
Santiago