Hola, ¿cómo va?
Ya sé, yo te dije que te iba a enviar una entrega de este newsletter semana de por medio y ahora te envié dos correos sábados seguidos. Pasa que no quería dejar pasar la chance: hoy es navidad. Como creo que dejé en claro en el envío inaugural de esta newsletter, soy un fanático incondicional e irremediable de su majestad Charly García. Para mi Charly es Dios. Una vez Fito Páez lo expresó en palabras mejor que nadie: “García trae una información que los agnósticos y los ateos no tienen dominio que existe”. Hoy, 23 de octubre, el más grande está cumpliendo 70 años. Así que acá va mi homenaje: recupero 70 canciones de Charly que pueden relacionarse directamente con la historia argentina.
No me quiero correr mucho del hilo de este newsletter, así que la idea es sencilla: vamos a intentar acercarnos a la historia argentina a través de un enfoque “contextual” de sus canciones, es decir, pensándolas dentro de un contexto histórico específico. Imaginémonos unx docente, dentro de muchos años, teniendo que explicar algún hecho del pasado de nuestro país y usando alguna canción de Charly como fuente en su clase. ¿Qué hechos, acontecimientos y procesos podemos entrever? ¿Cómo la historia nacional atraviesa sus discos? Se podría hacer un largo análisis y descripción de los momentos históricos de cada álbum y canción. Por espacio, no será la finalidad de este texto. En cambio, en esta entrega del newsletter, el objetivo será otro: voy a recuperar 70 canciones de Charly que pueden relacionarse directamente con la historia argentina. Advierto que esta entrega es más larga, y por eso no tiene el popurrí habitual. Arrancamos.
Advertencia#1: Recomendamos leer este correo en el navegador para disfrutarlo mejor
Advertencia#2: Al final de la entrega, hay una playlist de Spotify para que escuches todas las canciones que voy a mencionar
Cuando comenzamos a nacer
Iniciamos, como corresponde, por el principio: su primera banda, Sui Generis, formada en dúo junto a Nito Mestre entre 1969 y 1975. Posiblemente, de los años más agitados de la historia argentina: Cordobazo, militancia política y lucha armada, explosión de las juventudes en las calles, regreso de Perón a la Argentina y su posterior muerte, censura, Triple A, la represión, y podríamos seguir.
Empezamos con el primer disco de la banda: Vida (1972). Los temas que refiere allí están muy relacionados con los desamores, sufrimientos, intereses y deseos de un adolescente pasando hacia la adultez. Todavía no llegaban las letras cargadas de intenso contenido político. Sin embargo, algo se dejaba entrever entre sus primeras estrofas. En “Dime quién me lo robo”, Charly se queja de la monotonía escolar, donde su profesor siempre tuvo él la razón; y, ante los desamores y los fracasos, empieza a dudar de las cosas que le daban seguridad, al punto de preguntarse ¿dónde está Dios? Dime quien me lo robó. Las inseguridades de un adolescente en la década del 70 ́. Algo similar sucede con "Natalio Ruiz", con una crítica a la moral de la alta sociedad -tópico que será recurrente-: cuenta la historia del hombrecito del sombrero gris, que se cuidaba tanto de la tos, no tomaba más de lo que el médico indicó, que cuidaba la forma por el qué dirán y hacía el amor cada muerte de obispo. El final de su vida no dejó mucho que desear, ya que terminó ocupando un lugar más acorde con su alcurnia en la Recoleta. La lastimosa hipocresía de la forma de vida aristocrática.
Sin perder el formato de canciones de fogón contando las vicisitudes de la juventud, el segundo disco de Sui Generis, Confesiones de Invierno (1973), empieza a mostrar una mayor crítica social. En el tema que bautiza el álbum, cuenta cosas como que la radio nos confunde a todos y que Dios es empleado en un mostrador: da para recibir. Pero ya se empieza a meter con temas más picantes que denunciará posteriormente, como la represión de esos años: ante la primera borrachera de un adolescente luego de un desamor, termina en cana y tiene que aclarar que las heridas son del oficial. Apremios ilegales, ayer y hoy. En “Lunes otra vez” aparece una descripción sombría de la monótona vida del oficinista medio: la gente viviendo en soledad, las calles sin color, las viejas en la esquina mendigan su pan y en las oficinas muerte en sociedad. Posiblemente, existiría un fuerte deseo entre los músicos de aquel entonces (y parte de la juventud) de escapar de ese estilo de vida. No son meras suposiciones, ya que la misma línea se retoma en el siguiente tema: “Aprendizaje”. Allí relata la historia de una persona que aprendió a ser formal y cortés, cortándome el pelo una vez por mes, pero relata que lo aplazó la formalidad porque nunca me gustó la sociedad. La preocupación se exhibe de forma clara y transparente, al confesar que no quiero estar sin poder crecer, aprendiendo las lecciones para ser. La crítica y la distancia intergeneracional (algo que ya se dejaba entrever en “Dime quién me lo robo”) aparece claramente en esta estrofa: Y tuve muchos maestros, sólo conocían su ciencia y el deber. Nadie se atrevió a decir una verdad, siempre el miedo fue tonto. Esa fue la gran tarea que se impuso el propio Charly: animarse a cantar las verdades de su época. El álbum cierra con una canción que, si bien no habla de la historia argentina, permite pensar un hecho clave de la historia universal: “Tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto rey imaginario, o no”. Tranquilamente se podría haber llamado “Tribulaciones, lamentos y ocaso de Luis XVI”. La letra describe la historia de un monarca que vivía tranquilamente en una colonia, con su corte, comiendo y bebiendo sin cesar mientras el pueblo moría y reclamaba por comida y libertad. El tema es que este rey, proclamado así por Dios, vivió de esta forma sus días hasta que un día llegaron ellos: gente brutal, sin corazón que destruyó el mundo nuestro. Revolución, revolución, cantaban las furiosas bestias. La corte al fin fue muerta sin piedad y mi mansión hoy es ceniza. Cualquier coincidencia con la Revolución francesa, ¿es pura coincidencia?
Si la crítica social y política fue creciendo en los primeros dos discos de Sui Generis, la cuestión explotó en el tercero. Ya el título, Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (1974), deja entrever por dónde viene la cosa. El disco está atravesado por dos procesos interrelacionados: una profunda denuncia al momento que estaba viviendo el país -con la represión de Isabel Perón y López Rega- y la consecuente censura de muchas de sus letras. Me atrevería a decir que es el disco con mayor contenido político que alguna vez hizo Charly. La canción que inicia el disco (y la censura del mismo), “Instituciones”, sigue la línea de denunciar la moral y la distancia generacional. Por ejemplo, habla de que los viejos rompen la voz para cantar que Oye hijo las cosas están de este modo, una radio en mi cuarto me lo dice todo. Tenés sábados, hembras y televisores, tenés días para dar aún sin los pantalones. ¡No preguntes más! Claramente, siguieron preguntando (y afirmando). La última estrofa, la más fuerte, fue censurada, ya que decía lo siguiente:
Pero es que ya me harté de esta libertad, y no quiero más padres que acaricien mi espalda. Soy un hombre que quiere andar sin permiso para ir a llorar.
De esta canción me gusta mucho la versión, más rockera y poguera, que hicieron en el 2011 para el disco en vivo “Detrás de las paredes”. Otra canción donde se denuncia directamente la situación de feroz represión que se estaba viviendo en ese 1974 es “El show de los muertos”. El tema inicia con una sirena policial y con los siguientes versos: Tengo los muertos todos aquí, ¿quién quiere que se los muestre? Unos sin cara, otros de pie, todos muertos para siempre. La canción cierra con la frase: algo anda mal señor, ¿qué es eso rojo en su pantalón? Si el disco entero estuvo atravesado por la censura, existió una canción que Charly le dedicó directamente a aquellos que se dedicaban a tal infame tarea: “Las increíbles aventuras del señor tijeras”. Relata la historia de un ser bajo, pequeño, correcto y gentil, que reprime los deseos sexuales que siente ante su secretaria. La paradoja es que su labor consiste en encerrarse en su sala de cuidar la moral a censurar películas. Se dice que la canción está dedicada a Miguel Paulino Tato, censor que trabajó tanto para el gobierno de Isabelita como para el de Videla, y deformó decenas de películas que llegaban a la pantalla fuertemente recortadas. La estrofa final de la canción, justamente, señala eso: la pantalla que sangra ya nos dice adiós. Te veré en 20 años en televisión, cortada y aburrida, a todo color. Sin embargo, la letra original era mucho más directa y dura, por lo que, paradójicamente (o no), la canción que denunciaba la censura fue censurada. Decía:
Yo detesto a la gente que tiene el poder de decir lo que es bueno y lo que es malo también. Sólo el pueblo, mi amigo, es capaz de entender. Los censores de ideas temblarán de horror ante el hombre libre con su cuerpo al sol.
El disco continúa con “Pequeñas delicias de la vida conyugal”, una sarcástica letra donde se meten con la prostitución de una mujer falsificadora de querer, que estaba en busca de alguna naranja y verde (el color de los billetes en aquellos años) y que bajo las sábanas pasa la noche azul. Nuevamente, se menciona la represión policial (y que te importa la policía) y deja una frase que décadas más adelante se resignificará: muchos desayunos y ningún Clarín. La censura fue creciendo mientras avanzaba el disco. La canción “Música de fondo para cualquier fiesta animada” tuvo que ser escrita nuevamente casi en su totalidad. La letra original contaba la historia de un juez participando de una orgía con el presidente, emborrachados y fumando porros, mientras la gente reclamaba por ser libre. Tranquilo, ¿no? La canción que finalmente pudo salir mantiene la crítica hacia el juez. Estas fueron sus estrofas censuradas, donde se puede ver muy claramente la bronca que tenía Charly ante la situación que vivía el país:
Había una vez en la casa de un juez una fiesta impresionante: vino y caviar, y mujeres sin bailar y marihuana en los cuartos. Y un presidente hablando sobre un pueblo en paz y la manera de tranquilizar a las bocas que pedían libertad.
Había una vez una casa con tres personas en una mesa: un leñador con su hijo menor y su mujer blanca y gruesa. Sus vidas eran miserables bajo el sol y el que levantó el brazo con dolor está muerto, alguien dijo, por error.
Y en la fiesta la noche pasa amablemente y hasta el juez se acuesta con el presidente, bailan y ríen.
Había una vez un país al revés y todo era diferente. Todo el dolor, el oro y el sol pertenecían a la gente. Yo miraba de lejos ésta dividir en mi plato no hay nada para mi. ¿Qué justicia habrá entonces para el pueblo?
El disco original que vio la luz en 1974 cierra con la canción “Para quién canto yo entonces”, una canción más fogonera como la de los primeros discos pero que no pierde la crítica social. Charly deja claro su compromiso de cantar para esa gente, porque también soy uno de ellos. Ellos escriben las cosas y yo les pongo melodía y verso. Si cuando gritan vienen los otros y entonces callan. Sin embargo, la estrofa final de la canción también fue censurada. Decía lo siguiente: Y yo canto para usted, señor del reloj de oro. Sé que a usted nada lo hará cambiar, pero quiero que se entere que su hijo no lo quiere.
En realidad, existían dos canciones más que fueron completamente censuradas. Así es: no un par de versos o una estrofa, sino toda la canción. La primera es “Juan Represión”, donde cuenta la historia de un represor que sabe que no hay nadie que lo ame ya que las balas que la gente tiene lo asesinaron de pie. Dicho Juan se disfrazó de bueno con un disfraz de villano, y los malos de la historia son los héroes cotidianos. Finalmente, Juan termina gritando y llorando, encerrándose en una cárcel y luego en un asilo de ancianos. Charly deja abierta la puerta para la redención: Pobre Juan, qué lástima me das. Todos los reprimidos seremos tus amigos, cuando tires al suelo tu disfraz. Qué manera de narrar la banalidad del mal, ¿no?
Si en esta canción se metió con un policía, en la siguiente canción completamente censurada se metió de lleno con el ejército. La cuestión acá ya era personal: Charly tuvo que hacer la colimba y la pasó, realmente, muy mal. Piensen en él, un flacucho de pelo largo y anteojos que se dedicaba desde la niñez a tocar música clásica en el piano, bajo las órdenes de milicos autoritarios. Lo que lo sufrió se puede ver en cartas como estas que le escribía a su mamá:
Hizo de todo para salir: insultó a los milicos, se hizo pasar por enfermo del corazón y por loco para que lo den de baja por paciente psiquiátrico. Él mismo lo relata en esta entrevista con el colega Felipe Pigna. Un día, en el hospital, tenía que llevar un muerto a la morgue pero lo llevó al Casino de Oficiales, se sentó en una mesa y pidió dos coca colas (su bebida favorita). También se tomó un puñado de anfetas para fingir que tenía un soplo en el corazón, y ante la sensación de que se iba a morir, compuso rápidamente el himno de “Canción para mi muerte”. Finalmente lo logró: lo declararon con personalidad esquizoide y lo dieron de baja. Años después, le dio música a su bronca con “Botas locas”. Allí cuenta que formó parte de un ejército loco, con 20 años y el pelo muy corto. Pero expone que hubo una confusión porque para ellos el loco era yo. Replico parte de la letra de la canción, que habla por sí sola:
Es un juego simple el de ser soldado. Ellos siempre insultan, yo siempre callado. [...]
Se darán cuenta que aquel lugar, era insoportable para alguien normal. Por eso me dije basta de quejarme, yo me vuelvo a casa y decidí largarme. Les grité bien fuerte lo que yo creía, acerca de todo lo que ellos hacían. Evidentemente les cayó muy mal, y así es que me echaron del cuartel general.
Si todos juntos tomamos la idea, que la libertad no es una pelea. Se cambiarían todos los papeles, y estarían vacíos muchos más cuarteles. Porque a usar las armas, bien nos enseñaron, y creo que eso es lo delicado. Piénselo un momento señor general, porque yo que usted me sentiría muy mal.
Como si fueran pocas anécdotas con esta canción, una vez la tocaron en vivo en un recital en Uruguay y terminaron todos en cana. Zafaron porque Charly recompuso la letra de la canción ante los militares para hacer simular que era una letra patriótica. Por ejemplo, ante la parte de si ellos son la patria yo soy extranjero, la reformuló como si ellos son la patria yo me juego entero. ¿Se dan cuenta por qué insisto en que Charly es sobrenatural?
La banda se separó en 1975, por lo que ese año dio un histórico último concierto en el Luna Park, que luego se publicó como película y en tres discos. Allí presentó algunas canciones que no grabaron previamente pero que tocaban en sus shows. Por ejemplo, en un momento del show, Charly se animó a cantar el estribillo de “Botas Locas”, bajo la advertencia de que esto es un aviso. El recital lo cerró con el “Blues del Levante”, donde el “libertinaje” sexual se pone en primera plana. Llama a encarar a las muchas, muchas minas que pasan caminando por delante y por detrás. Tiene partes más polémicas, por ejemplo, al decir que total bajo la frazada todas se llaman igual. La última estrofa deja su reivindicación de la libertad sexual ante la moralina restrictiva de esos años: Desvestite, no seas mala, que eso es lo más natural. Si lo hace hasta mi hermana, y lo hizo mi mamá. Porque del polvo venimos, y este es el polvo que va. Posiblemente, una mirada anacrónica de la canción hoy “cancelaría” ciertas partes. Sería una estupidez que no permitiría ver la rebeldía y mirada revolucionaria que significaba cantar esto en esos años.
También aparece la canción “Fabricante de Mentiras”, donde se vuelve a meter con la moral reguladora de lo sexual. Cuenta la historia de un fabricante de mentiras que se cruza con una típica inocente, que solo era feliz en el colegio y nunca tuvo en su piel amor. La historia termina con que la niña que, sin pena y sin gloria, perdió sus medias y su castidad. Sin embargo, Charly dice que hay algo que no se puede explicar: ¿Por qué la niña ríe, en vez de llorar? Por eso, afirma que preciso es condenar al que se burla de nuestra moral. Por último, cantaron “El Fantasma de Canterville”, un tema que Charly compuso pero se lo regaló (sic) a su gran amigo León Gieco. Vuelve a aparecer un tema recurrente de los primeros discos de Sui Generis: relata en primera persona la historia de un hombre bueno, que pagó todas sus deudas y su oportunidad de amar, pero sin embargo está tirado y nadie se acuerda de él. El problema está en que siempre fui un tonto, que creyó en la legalidad. Ahora que estoy afuera, ya sé lo que es la libertad. Sin dudas, todos estos años están atravesados por esa búsqueda: de libertad. Pero lo peor estaba por venir...
¿Qué se puede hacer salvo ver películas?
Luego de Sui Generis llegó su segunda banda, “La Máquina de Hacer Pájaros”, donde experimentó un rock muchísimo más progresivo, al estilo de Yes o Pink Floyd. Menos letras, más instrumentos. Y lo otro que llegó fue la dictadura cívico-militar de Videla, Viola y Massera, y con ellos, los años más sangrientos y oscuros de la historia argentina. En sus canciones, Charly buscó esquivar la censura y la represión militar. No se exilió y se quedó en el país, pero con mucho más cuidados de los que había tenido previamente. Sin embargo, bajo mayores metáforas y cuidados, sin la literalidad que tuvo en el último disco de Sui Generis, Charly siguió escribiendo sobre lo que se estaba viviendo en esa época.
El primer disco de la banda se llamó, justamente, “La Máquina de Hacer Pájaros”, y se lanzó hacia finales de ese fatídico 1976. “Cómo mata el viento norte” es una canción con un mensaje positivo pero que a la vez expresa que no quiero saber nada con la miseria del mundo hoy, y que mientras nosotros morimos aquí, con los ojos cerrados no vemos más que nuestra nariz. Por otro lado, en “No puedo verme más” se critica a las caretas de la sociedad del momento: Cara de miedo le digo al disfraz: necesito verme asustado. Cuántos secretos en este lugar se descorren continuamente. O con las metáforas de una gran canción como es “Por probar el vino y el agua salada”, donde relata las desdichas de un rey imaginario (¿o no?): Las niñas han regalado sus piernas al mal. Satanás volverá a bien castigarnos por dudar del rey de este lugar. Por probar el vino y el agua salada, y por la gente murió nuestro rey en paz ¿Cómo te puedes reír así, hermosa, cuando forzaste mi mente? ¿Cómo te puedes reír así, hermosa, cuando mataste a mi gente?
El segundo y último disco de la banda fue “Películas” (1977). El espíritu de aquellos años se resume con el título de la canción que bautiza el álbum: “¿Qué se puede hacer salvo ver películas?”. “Marylin, la Cenicienta y las Mujeres” arranca con una referencia a la muerte de Marylin Monroe (Marilyn tomó demasiadas pastillas ayer, la habían dejado sola, le habían mentido. Y cuando la vimos morir, la vida nos vino a decir: "Esto no es un juego, nena, estamos atrapados") para luego sumergirse en el cuento infantil de la Cenicienta, en cómo se trataba a las mujeres en aquellos años y cierra con un deseo que bien se podría aplicar a cientos de familias de desaparecidos/as: Vuelve pronto a casa, todos tenemos hogar. En la canción “No te dejes desanimar” aparece la desazón que muchos viven en esos años: Estás harto de ver los diarios, estás harto de los horarios, estás harto de estar en tu lugar. Sin embargo, termina con un mensaje alentador al recomendar que No te dejes desanimar, no te dejes matar, quedan tantas mañanas por andar.
El pesimismo y el deseo de escapar de la oscura realidad del país está presente en otras canciones del álbum, como “Hipercandombe” (y si te asusta este canto final o no le encuentras sentido, podés cambiar el dial y escuchar algo más divertido. Déjenme en paz, no quiero más, no hay esperanza en la ciudad.) y “Ruta perdedora” (sé que mi vida es triste y que vivo con dolor, sé que a veces ni siquiera soy yo y no se quién es el tonto en el espejo y mi alma no me quiere y se va lejos. Y busco un sonido en las paredes, y me escapo con los trenes y en las calles me persigo sin razón). En “El vendedor de las muñecas inflables”, se vuelve a burlar de la moral y perversión sexual de la sociedad machista: Compren mis muñecas inflables, la más dulce y la más amable. Cómprese hoy una linda mujer que no piense ni coma. No piense más señor, que no hay nada mejor que una nena de goma. Las hay con labios gigantes, también con pechos brillantes, no oculte más su perversión, acá le doy la solución. Hay un modelo para cada moral, haga la prueba, llévelo hasta su hogar, va a ver que se la queda.
La Máquina de Hacer Pájaros duró solamente dos años, sin tener el éxito comercial esperado a pesar de ser una de las grandes bandas de rock progresivo en español. Charly se fue a Brasil con su novia Zoca y con David Lebón. Allí, empezaron a armar, en mi opinión, la mejor banda de la historia del rock nacional: Serú Girán. No por algo los llaman “Los Beatles argentinos”.
Los sobrevivientes
Serú Girán fue un cuarteto conformado por García, Lebón, el mítico baterista Oscar Moro y un jovencísimo Pedro Aznar. Su primer disco (1978), titulado igual que la banda, tuvo una recepción negativa del público, a pesar de contar con himnos como “Seminare” y “Eiti Leda”.
En esta última canción vuelve a aparecer cierta relación sombría con las esperanzas del presente, con estrofas como Quiero quemar de a poco, las velas de los barcos anclados en mares helados. Este invierno fue malo y creo que olvidé mi sombra en un subterráneo. Donde más se ve lo que se estaba viviendo esos años es en “Autos, Jets, Aviones, Barcos”, donde se afirma que en tierra nadie queda, la verdad es que se está yendo todo el mundo (fueron decenas de miles lxs que se exiliaron del país durante la última dictadura).
La banda comenzó a explotar con el segundo disco, “La Grasa de las Capitales” (1979). Se volvió a un tono más directo, tanto en sus letras como en las armonías. El primer tema, homónimo del disco, hay una crítica y un hartazgo de la hipocresía mediática que vivía la sociedad en aquellos años: Con la cantina, con la cantora, con la T.V. gastadora, con esas chicas bien decoradas con esas viejas todas quemadas. Gente revista, gente careta, la grasa inmunda cuál fugazzeta. La grasa de las capitales no se banca más. La denuncia a los productos de la época, pero especialmente a la música (era el boom de la música disco, incluso los denunciaron a ellos de sumarse a esa ola) se ve en “Frecuencia modulada”: Hoy que estás en penumbras, la radio se escucha en un lugar. Tanta música absurda, es mejor que comiences a hablar. Si en la música que escuchas no hay vida, si la letra ya no tiene inspiración, si aunque aumentes el volumen ya no hay fuerza, son los tiempos que están huecos de emoción. En otros temas del disco se puede ver el sufrimiento de las personas en esos años, como Charly lo inmortalizó en “Viernes 3 A.M.”, donde se pone en la cabeza de un tipo que decide suicidarse. La denuncia a la situación social durante la dictadura se empieza a poner en primer plano en “Los Sobrevivientes”, posiblemente la contracara de aquellos que habían podido irse en los autos, jets, aviones, barcos : Estamos ciegos de ver, cansados de tanto andar, estamos hartos de huir en la ciudad. Nunca tendremos raíz, nunca tendremos hogar, y sin embargo, ya ves, somos de acá. Finalmente, el disco cierra con “Canción de Hollywood”. Si Charly ya había criticado los medios y la música de aquel entonces, ahora se mete con el cine: Hollywood está desierta, tengo que volver al sol. Se dice que Gustavo Santaolalla sintió que la canción estaba escrita para él pero Charly lo desmintió, afirmando que la escribió para el cartel famoso de Hollywood.
La denuncia política y social siguió presente en el siguiente disco, Bicicleta (1980), pero todavía de forma implícita. A este álbum pertenece una de las canciones más emblemáticas de aquellos años: “Canción de Alicia en el País”. Las críticas estuvieron cargadas de metáforas y escondidas detrás del clásico relato, hasta el punto en que ni los integrantes de la banda entendían de qué hablaba. Por ejemplo, cuenta que ya no hay morsas [Onganía] ni tortugas [Illia], o alerta que enciende los candiles que los brujos [Lopez Rega] piensan en volver a nublarnos el camino. El estribillo es un himno para pensar esos años: Quién sabe Alicia, este país, no estuvo hecho porque sí. Te vas a ir, vas a salir, pero te quedas, ¿dónde más vas a ir? Y es que aquí, sabés el trabalenguas, trabalenguas, el asesino, te asesina y es mucho para ti. Se acabó ese juego que te hacía feliz.
La distancia intergeneracional vuelve a aparecer en dos canciones. Primero, en “A los jóvenes de ayer” critica a aquellos que se quedaron llorando el pasado como vieja en matinée. Luego, en “Mientras miro las nuevas olas”, un tema bien rockero, donde le canta a lxs músicxs de la Nueva Ola. En ella recuerda al Club del Clan y la sonrisa de Jolly Land, y a aquellas épocas que nadie tenía un miserable amplificador. El tema termina con la sentencia de que mientras miro las nuevas olas, yo ya soy parte del mar. Otro tema sobre el cuál se habló bastante fue “Encuentro con el diablo”. Algunos dijeron que la compusieron luego de una reunión que tuvieron con Roberto Viola, dentro de su plan de pretendida “apertura política”: nunca pensé encontrarme con el jefe, en su oficina de tan buen humor, pidiéndome que diga lo que pienso, qué pienso yo de nuestra situación. Nunca se llegó a confirmar. Lo cierto es que su música está inspirada en la canción “Sweet Home Alabama”.
El último disco de estudio de esta primera etapa de Serú Girán fue “Peperina” (1981). Hay dos canciones que merecen ser destacadas. Una es “José Mercado”. Cuenta la historia de un tipo que compra todo importado. Lleva colores, síndrome de Miami. Alfombras persas y muñequitas de goma olor a Francia y los digitales. José es licenciado en economía, pasa la vida comprando porquerías. Un retrato de aquellos años de plata dulce, bicicleta financiera y apertura indiscriminada de las importaciones, mientras se destruía la industria y aumentaba la pobreza y el desempleo. La otra es “Salir de la melancolía”, donde Charly ataca directamente una cuestión que ya apareció en varias de sus canciones: la hipocresía machista y el maltrato hacia la mujer. Relata la situación de un amigo sufriendo por amor, pero que nunca pide perdón y que quiere colocar a su mujer en la cárcel de su ser. Las últimas estrofas las replicó en su totalidad:
Si quieres un consejo, no la cuides desde lejos ni le digas lo que tiene que hacer. Ella debe ser como quiere ser y eso ya lo tienes que ver.
Rompe las cadenas que atan a la eterna pena de ser hombre y de poseer. Es un paso grande en la ruta de crecer
Serú Girán se separó a principios de 1982 y se volvió a juntar en 1992. Existen álbumes en vivo que permiten retratar de forma excelente lo que se vivía en esos conciertos. Lentamente, la capacidad represiva de los militares empezaba a flaquear y las quejas se hacían escuchar. Por ejemplo, en mi opinión el mejor álbum en vivo de Serú Girán, “No llores por mí Argentina”, donde presentan el tema homónimo al disco. La canción cuenta cosas como las siguientes: Entre lujurias y represión bailaste los discos de moda y era tu diversión burlarte de los ilusionistas. Luego, llegaron los años del Charly solista.
Cerca de la revolución
El primer disco de la carrera solista de García fue “Yendo de la cama al living” (1982). Lo sociopolítico siguió a flor de piel, al punto de estar presente en todas las canciones del disco. En “Yendo de la cama al living” cuenta que aunque veas el amanecer con cambiar desde un hotel o seas un gran campeón, jugar en la selección, y sin embargo no tener un poquito de amor para dar. En “Superhéroes”, la presencia de los milicos sigue presente. Aunque la canción tiene un mensaje optimista, en un momento menciona que no pasa nada, nadie pasa, solo una banda militar desafinando el tiempo y el compás. Uno de los temas más políticos y del momento del disco es “No bombardeen Buenos Aires”, un reflejo de la Guerra de Malvinas. Ante los gurkas que siguen avanzando y viendo que los pibes de mi barrio se escondieron en el caño, Charly implora –con su ironía habitual- que hará lo que sea (si querés escucharé a la BBC, aunque quieras que lo hagamos de noche, y si quieres darme un beso alguna vez, es posible que me suba a tu coche) para que no bombardeen Buenos Aires ni Barrio Norte. La cuestión Malvinas sigue presente en el siguiente tema, “Vos también Estabas Verde”: Vuela un jet hacia el sur, la cósmica cintura del folklore ataúd de un DC-10 que se hace estrellas contra el suelo. Esta canción como las siguientes mantiene cierto tono de lamento y tristeza.
En este disco se incluye oficialmente “Yo no quiero volverme tan loco”. El tema ya había sido presentado en vivo el año anterior en los recitales de Serú Girán, en una versión más rockera y rápida. Allí, Charly expresa sus temores (yo no quiero morir en el mundo hoy) y describe un panorama desolador (entre la desolación y una radio en una calle desierta. Están las puertas cerradas y las ventanas también, ¿no será que nuestra gente está muerta?), pero cierra deseando un horizonte mejor: Yo quiero ver mucho más delirantes por ahí bailando en una calle cualquiera. En “Canción de dos por tres” Charly vuelve a exponer sus miedos: entre las sogas del circo y las trincheras del mal, no quiero olvidarme de hablar. Luego tenemos “Peluca Telefónica”, un tema compuesto entre Charly García, Luis Alberto Spinetta y Pedro Aznar (qué trío, ¿no?). Le letra es improvisada y en broma, pero no deja de exponer cuestiones de aquel entonces, por ejemplo en los diálogos entre ellos que salieron finalmente en el tema:
-¿Te alcanza la renta?
- No, ¿a quién?
-Todo muy liberal, yendo por Santa Fe, escuchando buena música, muy FM.
- ¿Tiene pilas?
El disco cierra con otra de las canciones que se convirtieron en himnos históricos: “Inconsciente Colectivo”. Ya la había presentado previamente con Serú Girán en vivo, bajo la advertencia de “este tema va a estar prohibido”. Es un canto a la libertad: Mamá, la libertad siempre la llevarás dentro del corazón. Te pueden corromper, te puedes olvidar, pero ella siempre está. Ayer soñé con los hambrientos, los locos, los que se fueron, los que están en prisión Hoy desperté cantando esta canción que ya fue escrita hace tiempo atrás. La canción, finalmente, no fue censurada: la dictadura, luego de la derrota de Malvinas, apuró la transición y comenzó una etapa de apertura política y cultural.
En este contexto, su siguiente disco fue Clics Modernos (1983), para muchxs el mejor álbum de García como solista. En “Nos siguen pegando abajo” se vuelve a reír de la moral sexual, al hablar de un pecado mortal entre una menor y un normal. El estribillo tiene como eje la represión: Miren lo están golpeando todo el tiempo, lo vuelven, vuelven a golpear. Nos siguen pegando abajo. Luego, en “No soy un extraño”, un tema con aires tangueros donde retrata una escena con rasgos homosexuales (dos tipos en un bar se toman las manos. Prenden un grabador y bailan un tango de verdad) y reclama a favor de la libertad (desprejuiciados son los que vendrán, y los que están ya no me importan más. Los carceleros de la humanidad no me atraparán, dos veces con la misma red). En “Dos cero uno (transas)”, Charly empieza a ver la necesidad más fuerte de defenderse ante las críticas. Lo estaban acusando de venderse (“transado”) por hacerle publicidad a la marca de jeans Fiorucci. Por eso, arranca diciendo que él se cansó de hacer canciones de protesta y se vendió a Fiorucci. También menciona episodios históricos del país, como el asesinato de Rucci: No se alquiló ni un guardaespaldas negro, no era Lennon ni Rucci.
Charly presentó los temas del nuevo disco en un recital en el Luna Park, en diciembre de 1983. “Nuevos trapos”, en sus palabras, es un tema que “habla de que aunque pongamos la bandera nuestra en las Bahamas, las Bahamas no serán nuestras... no sé lo que esto quiere decir, pero seguramente si lo dijera Borges le darían bola”. Es, de alguna manera, la idea que refleja el estribillo: Y aunque cambiemos de color las trincheras y aunque cambiemos de lugar las banderas, siempre es como la primera vez. La salida de la larga noche dictatorial también se hacía presente: Habiendo compartido aquél temor, habiendo convivido en ésta desolación total, ya no es necesario más. La siguiente canción, “Bancate ese defecto”, fue presentada por García como “un tema hecho en la Argentina militar, pero que también se puede adecuar a la Argentina de ahora: si tenés la nariz grande hacé algo con ella y no te encojas". La canción inicia con la preocupación de que están pasando demasiadas cosas raras para que todo pueda seguir tan normal. Un Charly cansado y enojado (hace tiempo que no leo ni veo nada porque me ofende que todo esté tan mal) termina quejándose de las normas estéticas del momento: Y yo te digo: bancate ese defecto, aunque te arregles las gomas nena seguirás siendo rara. Y en “No me dejan salir” muestra su furia contra las cadenas que lo restringen (Estoy verde, no me dejan salir).
El tema histórico estrella del disco es el famosísimo “Los Dinosaurios”. Casi que estaría de más presentar su letra. Ante las diferentes personas que podrían desaparecer y los amigos que caen en cana, Charly advierte que cuando el mundo tira para abajo, es mejor estar atado a nada: imaginen a los dinosaurios en la cama y remata el asunto con la sentencia de que los dinosaurios van a desaparecer. Otro himno más, y van... El siguiente tema es “Plateado sobre plateado (Huellas en el mar)”, donde vuelve con el tópico del exilio. Él mismo ve un barco viejo cruzando el mar de Sudamérica a Europa, sobre un espejo lleno de sal y luego a aeroplanos cortando el celofán de un cielo tropical abriendo surcos van a llevar hacia el exilio o la vuelta a los que ya no aguantaron más. También habla de los que se fueron y quedaron: nos quedamos por tener fe, nos fuimos por amar. Ganamos algo y algo se fue, y algunos hijos son padres y algunas huellas ya son la piel. En el estribillo se pregunta ¿por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá? El disco cierra con “Ojos de videotape”, donde Charly vuelve a hablar de las noticias cruzando el mar y su desolación ante el hecho de que este mundo te dirá por siempre que es mejor mirar a la pared.
El siguiente disco fue “Piano Bar” (1984). Volvemos con las críticas hacia Charly: en una gira hizo destrozos en su Mendoza fatal, y los medios lo atacaron duramente. Por eso, en el tema “Demoliendo hoteles”, Charly exhibe todo lo que se tuvo que bancar a lo largo de su vida: Yo que nací con Videla, yo que nací sin poder, yo que luché por la libertad y nunca la pude tener. Yo que viví entre fascistas, yo que morí en el altar (se acuerdan de “¿Dime quien me lo robó?”), yo que crecí con los que estaban bien pero a la noche estaba todo mal. Ahora, mientras pasa el tiempo demoliendo hoteles, a pesar de que los chicos en la esquina pegan carteles. Una manera de decir: ¿con todo lo que me banqué, con todo lo que viví, con todos los problemas que tiene el país, eligen criticarme a mí? En “Raros peinados nuevos” critica las nuevas modas, a esas personas que pasan de derecha a izquierda, pero advierte que es mejor que estarse quieto, es mejor que ser un vigilante. La temática del exilio vuelve a aparecer en dos canciones: en “Tuve tu amor” (el exilio te vistió de actriz) y en “Rap del exilio” (Si me exilé en Madrid y me fui a New York, sólo porque seguí a Perón. Tenía un sólido futuro artístico y me comí el bajón. Yo tenía tres libros, y una foto del Che, ahora tengo mil años y muy poco que hacer). En “Cerca de la Revolución”, lo político sigue en un primer plano: Cerca de la revolución, el pueblo pide sangre. Cerca de la revolución yo estoy cantando esta canción que alguna vez fue hambre. Y si mañana es como ayer otra vez, lo que fue hermoso será horrible después, no es sólo una cuestión de elecciones: yo no elegí este mundo pero aprendí a querer.
Sobre estos últimos tres discos, los primeros de Charly solista, recomiendo enfáticamente que escuchen el podcast “La canción sin fin” de Sebastian Furman, donde los analiza musicalmente. Vamos dejando por acá el minucioso trabajo de esta entrega del newsletter. La lista, sin dudas, está incompleta. Se podría seguir indagando en letras de Charly, pero a partir de estos años sus canciones dejaron atrás como prioridad el contenido político. Él mismo siempre expuso que lo sintió así: logramos sacarnos de encima a la represión de los milicos y la censura, logramos la libertad (en el recital del Luna Park de 1983 dijo ¿Qué quieren? ¿Ustedes saben qué quieren? Estamos en Democracia). La búsqueda de Charly se orientó a nuevos horizontes, nuevas armonías y sonidos, nuevos temas. Sin embargo, podríamos seguir hablando de canciones que se relacionan con el contexto de la sociedad argentina en la que escribía. Por ejemplo, imposible olvidar su épica interpretación del “Himno Nacional Argentino” (para mí, debería ser la versión oficial en actos escolares y eventos deportivos, pero ya te advertí que no soy objetivo); o de “Sweet Home Buenos Aires”, con una música muy general a “Encuentro con el Diablo”, donde canta dicen tantas mentiras, que nos hacen tragar: morirás por Malvinas, pero no dejes cuentas sin cobrar. Tampoco me quiero ir sin mencionar a Diego: junto a Claudio Gabis cantaron “Maradona Blues”. Ciertos temas presentes desde Sui Generis nunca dejaron de aparecer, como la crítica a la moralina sexual en canciones de épocas tan distantes como “Ella es Bailarina”; cuenta cómo un sacerdote termina casando a una bailarina, a un maestro y a un policía, o en “Tu Vicio” (Y cuando estés masturbando a la nena en un hotel de Pinamar. No te hagas problema, no vale la pena, alguien en el mundo nunca te va a dejar). Incluso podríamos llegar hasta su último disco, Random (2017). Allí, en “La Máquina de ser Feliz” menciona al papa Francisco, en “Primavera” se queja del uso de los celulares (No me mostrás tus celulares, con su gramática fatal arroba, punto, ja ja, ¿sabes? Gramática de vegetal. Porque pronto dejarán de funcionar y estarás en este mundo digital), o en “Los amigos de Dios” apunta contra los evangélicos que transmiten desde la televisión (Es medianoche en la televisión cuando uno quiere algo de diversión, con maquillaje y sin disfraz, aparecen los amigos de Dios. Son brasileros o de otro país, todos se esconden bajo un tapiz. Esto, con Hitler ya pasó, el milagro de una mala actuación.)
¿Existe algún artista que, a través de sus canciones, nos diga tanto de la historia argentina? Igual, no soy parámetro: la objetividad, cuando hablamos de Charly García, no existe para mi. ¿Quiso Charly decir, en cada una de sus canciones, exactamente lo que yo expuse acá? Seguramente no. La idea es poder abrir la puerta para pensar muchas de sus canciones a partir de la historia. Y poder reflexionar acerca de cómo diversos contextos históricos desbordan a las personas y se permean en sus producciones artísticas. Insisto: daría para escribir un newsletter aparte de cada canción de las que mencioné.
Para cerrar, como te prometí, sé que nombré muchas canciones, así que acá te la simplifiqué: una playlist de Spotify donde podés escuchar los 70 temas de Charly que mencioné en esta entrega del newsletter. Para pasar este sábado (o el día en el cual estés leyendo esto) escuchando al maestro.
Charly, feliz cumpleaños. Gracias por tanto.
Gracias por leer,
Ahora sí, volvemos a la normalidad y nos volvemos a encontrar dentro de dos semanas.
Si te gustó la entrega de hoy, me podés ayudar mucho si la compartís en alguna red social o se la recomendás a alguien que sabes que le va a interesar.
Ante cualquier cosa, la seguimos por email, respondiendo este correo.
¡Abrazo!
Santiago